
En el pasar de unos cuantos tic tacs del reloj,
en aquella tarde venteada de verano,
entre segundos de un instante,
el corazón tomo el poder
y se dispuso a escribir,
dulces versos que se expresaban en su latir
y mientras este cuerpo observaba,
al mismo tiempo declamaba al cielo sus deseos,
dejándose llevar por la suave brisa
que hacia congelar la blanca huesamenta
para así permitirle soñar
con aquellos labios que darían
un poco de calor.
Y mientras todo esto ocurría,
en algún lugar de los pensamientos
el tiempo se detenía para poder contemplar
la esencia que se pintaba suavemente
en el lienzo de un corazón, y tan bello es
como aquel colibrí que volaba en un solo lugar,
creando un mundo donde las gotas de agua
saciaban la sed de mil desiertos
y unas cuantas miradas se entre cruzaban
para jugar en la fantasía de un sueño
que permitía ese toque mágico en la realidad
de un corazón que se atrevió
a desobedecer la razón
para declarar su amor.
Locart
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